Hernán "Indio" Castro fue jugador
de los llamados "Ates" del Morelia a principios de los 90, ahora es
alcohólico y vive en la calle
Quizá muy pocos lo recuerden, Hernán el “Indio”
Castro era un jugador chileno que jugó a principios de la década de los 90 con
el entonces llamada Atlético Morelia, al lado del mítico “Fantasma” Figueroa.
Pero lo hizo muy poco, solo en las Temporadas
1990-91 y 1991-92 y en total participó en 31 partidos.
Hoy en Chile su situación es trágica. Despreciado
por su familia, alcohólico y con una depresión que le impide cualquier
iniciativa para superar su estado, duerme cada noche bajo un árbol en Cerro
Navia, una de las comunas más populares y peligrosas de Santiago.
La edición de este lunes del diario chileno Las
Últimas Noticias rescató su historia.
La vida de Castro supo de lujos extremos en los
ochenta. Jugando en Wanderers vivió en un departamento cercano al reloj de
flores de Viña del Mar, siempre con un auto último modelo en la puerta, y en
México disfrutó los placeres de Acapulco y Puerto Vallarta, entre otras
ciudades.
“Allá no había control doping y era frecuente una
cervecita con su marihuana. Llegaba a volar en los entrenamientos”, cuenta a
modo de broma. En el costado de su ojo izquierdo aún muestra una cicatriz
producto de una pelea afuera de una discoteca cuando estuvo en Coquimbo Unido.
El “Indio” regresó en 1995 a Chile después de dos
años en el torneo azteca. Calcula que volvió con unos treinta a cuarenta
millones de pesos chilenos en el bolsillo y se nubló. Se llegó a gastar cien
mil pesos diarios haciendo asados, rodeado de muchos amigos y buenas fiestas. A
tal punto que dejó a dos mujeres embarazadas, su esposa y su amante, al mismo
tiempo, y les puso el mismo nombre a los dos hijos. Decidió dejar a su mujer y
se quedó con la más joven.
Hasta que el futbol se acabó porque los meniscos de
sus rodillas no le dieron más. Son su dolor hasta hoy. Un hermano lo puso a
trabajar en montaje de estructuras metálicas, vivía con su familia en Cerro
Navia hasta que, según su cálculo, hace dos años se agravó su problema con el
alcohol y comenzó la debacle total.
“Hace un año me separé y tengo que ser sincero:
agredí a mi mujer. Ella me denunció, terminé preso y con prohibición de
acercarme a mi casa. Después volví en estado de ebriedad a ver a mi hijo y otra
vez me fui preso. Otro hermano me llevó a vivir con él a Puente Alto, pero no
me sentí cómodo y preferí vivir en la calle”, sostiene.
Hernán Castro se instaló debajo de un árbol. Tiene
un colchón con frazadas, sus vecinos le lavan la ropa, le regalan comida y hace
sus necesidades en un terminal de buses. Lo acompañan cinco perros y le reza a
una animita improvisada donde hace unos meses amaneció muerto su amigo. “Hablo
con él en las noches. A veces creo que voy a terminar igual”, cuenta. En medio
de sus ropas también guarda su infaltable botella de ron.
Al lugar llegó su hermana, Margarita, desde Las
Ventanas, balneario de Puchuncaví. Estuvo sentada dos horas en un tambor,
llorando, rogándole que se fuera con ella y no hubo caso. “A veces creo que
esto es un pasar nomás. Apenas comience a hacer frío me voy con ella. Mi
problema es el alcohol, si me ven, no estoy curado, pero tomo todo el día. No
esperaba estar aquí, me gustaría estar con mi señora viendo tele y jugando
PlayStation con mi hijo”, sostiene.
Sus ex amigos en el futbol están conmovidos con su
historia. Marcelo Zunino, ex defensor de Audax Italiano, se ofreció por Twitter
para hacerle un partido a beneficio. Y desde el Sindicato de Futbolistas
Profesionales irán a visitarlo y ver cómo lo pueden ayudar para sacarlo de su
precaria situación.
El fin de semana estuvo con Julio Rodríguez,
entrenador de arqueros de Colo Colo y ex compañero de Castro en Audax Italiano.
Comieron y ahora el ex portero pretende ayudarlo tratando de reencantarlo con
el fútbol y los viejos amigos.
“El primer paso era ir a verlo y ahora estoy viendo
cómo lo podemos ayudar. Hablaré con la gente de Colo Colo para apoyar. Lo
quiero llevar al Monumental a un partido de Colo Colo de todos los tiempos, los
ex jugadores lo conocen y de a poco ir sacándolo de su situación. Después
iremos viendo su aspecto médico”, afirma Rodríguez.
El Indio Castro dice que necesita esa ayuda y se la
han ofrecido, pero no tiene explicación para no aprovecharla. “Solo sé que
tengo que dar un paso para cambiar de vida. Quiero ayuda y no tengo esa fuerza
de voluntad para abandonar la calle. En otro contexto social creo que, quizás,
vería otras cosas y me portaría mucho mejor”, dice.
-Me hablaste que te dio depresión.
-Sí, después que me separé. No creía en la
depresión. Es algo fuerte. No se lo doy a nadie. Me fui a un pozo tremendo,
estuve a un paso de quitarme la vida. Lo pensé, sentí que no le hago falta a
nadie. Un día miraba el árbol y me preguntaba, cómo lo hago, pero después me
dije, eso es para cobardes y mejor me la juego.
-¿Qué piensas en las noches?
-Me entretengo contando los aviones, los veo pasar
y les doy la bendición a los pasajeros. A veces me dan ganas de llorar porque
me gustaría recuperar a mi familia, pero creo que no voy a poder. A ratos
también pienso puras cabezas de pescado. Siempre con mi botella de ron. Esa no
me falta nunca.
Con información del diario Las Últimas
Noticias de Chile.